lunes, 13 de julio de 2009

LA FULIGINOSA ARBORESCENCIA DE LA RUINA ACTIVA

Despertamos de una pesadilla.
La muerte, la enfermedad,
la desilusión amorosa, la ruina,
nada es verdad en esa pesadilla,
todo está en otro lugar,
[...] todo lo que es verdad
se encuentra en otro lugar.
Julien Green.
A Con., Miri, Rena y el Yeta.


La no existencia no necesita de pruebas. Que algo así se manifieste, si es que acaso aquella trans-sustancialización o algo similar, existiera, sería tema de reflexión en el plano del lenguaje y podría, especulativamente, ser desarrollado, como concepto, en una categoría de ascendencia desconocida: las inhabitadas regiones de la ruina activa.
El entorno cotidiano de lo moderno en ruinas transformado en el lugar del existente. Donde era el ahora, hay. Ruina activa: el intenso follaje de lo catastrófico inaudito. Lo invernal ribereño azotado por la no finalidad. El mundo de la no existencia hecho carne. Lo mortecino que florece, lo inesperado del orden en lo postrimero, lo tenebroso ortopédico, la flor negra de la pestilencia.

Detrás de toda manifestación de vestigio anida el rastro de una “esencia” (to ti en enai: “lo que era el ser”, según la premisa aristotélica) de una condición particular, sujeta a la propia contingencia, pero por sobre la cual, no se yergue otra cosa más que una fuerza liminar. Existencia al margen de toda eventualidad, sin dejar de ser, de estar presente para la vida de los “vivos”.
La ruina “habla”. En este sentido, “permanece”, no sólo como expresión de rastro, sino que, a su través, se desenvuelve y aparece en una singular manera de ser-en-un-ahí no siendo.
La vida vegetal, monocorde, de baja frecuencia, de consistencia cero, cenicienta, manifestada ya como aquella intuición desarrollada por Mann en el personaje de Gustav von Aschenbach (“río de cenizas”)[1]; y que coincide con la visión que Pierre Boulez usaba para preludiar el texto de Bruno Walter [2] sobre su relación con Gustav Mahler, corren por aquel mismo sendero. Puede ser tomada como expresión precedente, ruina del hablar moderno, con la que mito, música, novela y cine [3], se entrelazan en una sola rama contorsionada.
“Arborescencia fuliginosa”, dirá Boulez, sobre ciertos aspectos sónicos, desarrollados como mecanismos de destrucción, en la obra de Mahler. Mahler: alter-ego (inspiración) de Aschenbach, también protagonista de la celebérrima obra homónima de la correspondiente obra de Mann, que realizara Visconti con y para la música del compositor vienés. La vida manifestada como “arborescencia cenicienta”. Evidencia de que allí no hay otra cosa más que la nada hecha carne, ruina, vestigio imponderable del hay levinasiano.
De las regiones ya chamuscadas del contexto europeo de inicios del XX, hasta las incómodas contingencias del propio lugar, como presa de una intuición relativa de la cosa en ruinas, deviene convertida en la “nada” del vestigio. Ruina intensificada por el contraste que increpa el ahora existente, el hay que deja de ser siendo.
Ciudad-catástrofe, lo efímero fungible en el ahora, pero como actividad de lo inmanente, en lo existente de lo existido. La ruina fuliginosa expandida, en una metástasis que nace de una atracción ensimismada, centrípeta. Esa implosión ruinosa del sujeto que se auto-consume y destruye desde dentro para el sí de lo interino.
Sobre esa “nada natural”, en su apariencia caduca, en ese borde de lo existente, crepitante, germina la textura de una sujeción que insiste en venir a este mundo. Desde su vacío, que todo lo proyecta, que todo invade, la existencia pende en el océano de su propia caducidad.
No hay recordatorio, en eso no consiste la potencia nuclear de su expansivo sentido, sino en lo evidente de un estado catastrófico que hace sombra a lo vivo. Renunciar en aporía no es el camino para dar frente ni espalda a esta ruina increpante. Sólo escuchar, donde no hay caminos.
[1] El personaje corresponde al protagonista de la novela de Mann Muerte en Venecia.
[2] El texto de Walter corresponde a Bruno Walter Gustav Mahler (1936). Alianza Editorial. Madrid, 1983.
[3] Refiere a la película de Visconti, basada en la novela de Mann, Muerte en Venecia (1971).

Matías Uribe – Valdivia – inviernodedosmilnueve.

4 comentarios:

con. dijo...

me cuestas. sobretodo ahora que la mayor parte del seso se ha dormido.
la otra vez leí un poco de "catástrofe y olvido" de un señor Deotte, traducido por Justo Mellado. supongo lo conoces. allí se hace revisión de la relación que la modernidad entabló con la ruina a través del museo, para fundar el sustrato que haría devenir comunidad a la muchedumbre. la revolución francesa introdujo esa idea de nación. los alemanes se los anduvieron cagando, por lo que entendí, al incorporar la etnografía, testimonio de la catástrofe que había precedido a la estabilidad política y social.

y después, la musealización de ciudades enteras. desde los 50s que Paris empieza a transformarse en el museo que es hoy.

amm, toda esta weá es bosta, de todas maneras. es que, creo que la ruina como la muestras ha existido siempre. no sé si sea un concepto propiamente moderno. se me vienen demasiadas cosas a la cabeza y no quiero seguir escribiendo.

aún me cuestas.

ah!
y me acabo de acordar de la Whiteread. a esto te referías, a la ruina. uy, ruina como resultado del procedimiento de momificación del cuerpo, o para el estudio de la anatomía?
pero es como la momificación de los actos, de una atmósfera sicológica de mierda. y siempre sobre la momia, la copia, el negativo en yeso, o la preparación de la superficie para su réplica, está la decisión. qué queda y qué se olvida. como también se decide sobre la legitimidad de la ruina, la que merece entrar al museo.

me carga escribir tanto.

sereneltexto dijo...

Le agradezco y le felicito Con., por la manera generosa de expresar su comentario, me pone muy contento el desarrollo de su texto. En segundo lugar, si, conozco “Catástrofe y Olvido”. Cómo olvidar los orígenes occidentales del museo: lugar hecho para exhibir el botín de guerra de los militares romanos, tras sus embestidas en Oriente, principalmente, pero, en realidad en todo el orbe conocido en su época. ¿Bárbaro no? Es decir, la barbarie instalada en Occidente desde sus fundamentos epistémicos. En tercer lugar, la idea de nación francesa, me parece, es distinta de la de los alemanes de ese tiempo (comienzos del siglo XIX europeo), quienes hablan de “volksgeist” (“espíritu del pueblo”), a partir de Herder, como “alma biológica” “afectiva” de un pueblo. ¿Sabe? Algo de eso, en el sentido de “idiosincracia”, como estado psicologizante o “perfil antropológico” como digo yo, está reflejado en este ensayo. Si, hablo de una idea de anthropos contingente, aquí, para los que conozco en un aquí.
En cuarto lugar, Francia parece ser la capital de las momias, es cosa de ver El Último Tango en París, de Bertolucci, con sus referencias a la obra de Bacon, la desfiguración de los rostros, eso macabro que, creo, refleja este texto, de manera indirecta, cuando ahí ya no hay otra cosa más que simulacro, lo que fue, la momia, el Egipto antiguo, la esencia (recuerdo el Fayum con esto), de lo que “era el ser”, otra vez “esencia” como perfume de muertos, eso que se exhala.
Mire, y hasta habría una quinta cosa, porque usted se desliza muy bien por esos caminos sinuosos que la llevan a su Withread y esa atmósfera de catástrofe tipo erupción del Vesubio (note como aparece Roma de nuevo) que se impregna en una actitud (psicológica es una palabra que queda chica) condición, que yo asocié en el texto con la actitud liminar, algo marginal, pero no la que corresponde con el interés de ir contra la cultura dominante, no eh, sino más bien aquella “bosta”, como usted dice, relacionada con algo que trasciende (aunque nada de eso sea absoluto), que va más allá de la especie, desde esa mirada. Otra vez: sub specie aeternitatis. “Aquellos vieneses no sabían que eran tan importantes”.

Saludos Con.

Anónimo dijo...

Ola, what's up amigos? :)
In first steps it's very nice if somebody supports you, so hope to meet friendly and helpful people here. Let me know if I can help you.
Thanks and good luck everyone! ;)

sereneltexto dijo...

ANÓNIMO: ¿PODRÍAS COMENTAR EN ESPAÑOL, POR FAVOR? NO ENTENDÍ BIEN.