lunes, 20 de octubre de 2008

Capsulita ... IV



Lo que buscamos en el viaje no es el descubriento ni el intercambio, sino una desterritorialización blanda, una posesión por el mismo viaje, y por tanto por la ausencia. En los vectores metálicos que trascienden los meridianos, los océanos, los polos, la ausencia adopta una cualidad carnal. Al secreto del enterramiento en la vida privada sucede el aniquilamiento por la longitud y la latitud. Pero al final el cuerpo está fatigado de no saber dónde está, en tanto que el espíritu se exalta con esta ausencia como una cualidad que le es propia.


A fin de cuentas, en los demás tal vez buscamos la misma desterritorialización blanda que buscamos en el viaje. El deseo propio y el descubrimiento es sustituido en la tentación del exilio por el deseo del otro y su travesía. Ya muchas veces las miradas y los gestos amorosos tienen la distancia del exilio, el lenguaje se expatria en palabras que tienen miedo a significar, los cuerpos son como un holograma blando a la vista y al tacto, sin resistencia y propicio, por consiguiente, a ser estriado en todos los sentidos por el deseo como un espacio aéreo. Nos desplazamos con circunspección en un planeta mental hecho de circunvoluciones. Y traemos de nuestros excesos y de nuestras pasiones los mismos recuerdos transparentes que de nuestros viajes.


Extracto de La Transparencia del Mal, de Jean Baudrillard.

2 comentarios:

amnesia dijo...

nos guardamos el recuerdo, como Souvenir...
el recuerdo transparente será para siempre fiel y duradero..
como dijo séneca:
"la memoria de los placeres es más larga y fiel ke su presencia misma"

Anónimo dijo...

Aunque el dolor también se clava e imprime en la conciencia y, aunque no quieramos guardarlo, su presencia es una realidad motora, persistente y activa.